jueves, 12 de enero de 2012

Química perfecta de Simone Elkeles

Estoy de pie, frente al espejo del cuarto de baño, mientras la música suena a todo volumen en los altavoces y, por tercera vez, tengo que borrar la raya torcida que he trazado en el parpado inferior. Me tiemblan las manos, maldita sea. El comienzo del último curso de insituto y el reencuentro con mi novio después de un verano entero separados no son motivos para angustiarse de esta manera, pero hoy me he levantado con el pie izquierdo. Primero el rizador de pelo ha empezado a echar humo antes de dejar de funcionar. Luego se me ha caído el botón de mi camisa favorita. Y ahora el lápiz de ojos parece haber cobrado vida. Si pudiera elegir, me quedaría en la cama todo el día, comiendo galletas de chocolate recién orneadas.

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